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Desde principios del siglo XIX, la Quinta Avenida fue el barrio de la alta sociedad, con mansiones que tras la Guerra Civil alcanzaron los 20.000 dólares. Hacia finales del siglo XIX, y a medida que se fueron abriendo establecimientos comerciales intercalados entre las grandes casas, los millonarios fueron mudándose a la parte alta de la ciudad. Esta moda fue iniciada por la señora Astor, quien se trasladó hasta la calle 65 después de que su sobrino W. Waldorf Astor construyera el hotel Waldorf junto a su antigua mansión. Pero no sólo podemos deleitarnos con los lujos de esta avenida. También podemos visitar la Biblioteca Pública de Nueva York, confesarnos en la catedral de St. Patrick, alquilar coches de caballos en la Gran Army Plaza o subir al magnífico rascacielos de marmol "General Motors Building". Una anécdota para acabar: se dice que la única mansión que queda, el edificio Cartier, fue comprado por un banquero a cambio de un collar de perlas. No podía ser de otra manera.
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